ESPAÑA... A LA COLA DE LAS POLÍTICAS EUROPEAS EN MATERIA DE EDUCACIÓN


Los españoles ya estamos acostumbrados a "interpretar" todo aquello que nos viene de la Unión Europea. Quizá no entendemos que los acuerdos en materia de educación están para cumplirlos y no para jugar a ver cuántos objetivos podemos cumplir. Es un asunto lo suficientemente serio como para bromear con ello. Tras la Gran Recesión tenemos los índices más altos de fracaso escolar y en lo único que hemos mejorado es en el aumento de titulados en el ámbito científico. Parece ser que las letras no nos sacan de la crisis. Luego que no nos sorprenda que nuestros alumnos no entienden lo que leen, ya que estamos de los últimos en el tema de comprensión lectora.

Europa 2020 nació como la solución al problema que ya estaba antes y que empeoró con la crisis, buscando un crecimiento más inteligente, sostenible e integrador: "un crecimiento inteligente, a través del desarrollo de los conocimientos y de la innovación, un crecimiento sostenible, basado en una economía más verde, más eficaz en la gestión de los recursos y más competitiva, y un crecimiento integrador, orientado a reforzar el empleo, la cohesión social y territorial". En España el plan fue aprobado en el Consejo de Ministros en el año 2010, y tras 3 gobiernos, progresistas y conservadores, vosotros podréis juzgar si hemos alcanzado los objetivos marcados.

En el caso de España, los objetivos se redujeron a 5 muy importantes para cumplir en el ámbito nacional: aumentar hasta el 74% la tasa de empleo para la población comprendida entre 20 y 64 años; elevar la inversión en I+D+i hasta el 2% del PIB; reducir un 10% la emisión de gases de efecto invernadero respecto de los niveles de 2005 al tiempo que aumenta hasta un 20% la fuente de energías renovables; situar el porcentaje de abandono escolar por debajo del 15%, y reducir en al menos 1,4 millones de personas el riesgo de pobreza o exclusión social. Spoiler: no se ha cumplido ninguno. Podrán decir que con la crisis del COVID ha sido imposible, pero es que ya en el año 2019 no se había cumplido ninguno.

Las conclusiones son sencillas: un peor nivel educativo conlleva a un aumento del paro y de la desigualdad social, acabando en un aumento considerable de la pobreza. La esperanza nunca se pierde y la necesidad de un gran pacto educativo es clara, aunque parezca utópica. Ahora más que nunca, cuando ya hemos visto que las medidas para la primera crisis no funcionaron, debemos adoptar otras muy diferentes para la que estamos sufriendo ya. Debemos apostar por la educación como solución, invertir en ella al menos como la media de países europeos y adoptar en su totalidad las medidas europeas eficaces y efectivas que han ayudado al resto de países de nuestro entorno a mejorar. Nunca es tarde, si la intención es buena.

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