HIT: LA EDUCACIÓN EN “PRIME TIME”

 


Desde el inicio de mi formación como profesor este curso de máster ha habido una serie que me ha acompañado, me ha inspirado, me ha consternado y me ha hecho reflexionar sobre la vida escolar y de los jóvenes. Esta es “HIT”, el acrónimo de Hugo Ibarra Toledo, un profesor con mucha experiencia en conflictos, demasiada debido a los trágicos sucesos que vivió en un tiroteo en un centro americano, que se instala en el instituto “Anne Frank” para hacer una especie de “hermano mayor” con los alumnos más conflictivos del centro.

Todo empieza con la quema de un coche, como en la serie noventera Compañeros, pero nada tiene que ver con esa adolescencia tan descafeinada que nos mostraba esa serie. Esta serie no está hecha para agradar a la audiencia, sino más bien todo lo contrario. No tiene problemas en utilizar lenguaje soez (“a nuestros jóvenes les espera un futuro de mierda”), ni a mostrar los problemas con los que se pueden sentir identificados los adolescentes que la vean: violencia, abusos, acoso, adicciones, sexo, … Una foto precisa de la realidad que vivimos en nuestros centros escolares y que a veces son temas tabúes, como las relaciones entre los profesores y los alumnos.

Es una suerte que desde la televisión pública y en “prime time” se esté dando un altavoz tan potente a los problemas del sistema educativo (ya era hora), y alentando un espíritu crítico para urgir la reparación y sanación de las “infecciones” que sufre. El protagonista no tiene tapujos en decir a los padres de los chicos “outsiders” que están enfermos, y que él está allí para ayudarles a que tengan un futuro al que ya todos han dado por perdido. Metafóricamente nos está mostrando la “enfermedad” de nuestro sistema, que se centra más en buscar soluciones que en analizar las causas por las que se originan los problemas.

Por tanto, podemos considerar víctimas a estos chicos conflictivos que no encuentran su camino, un camino que ni sus familias, ni sus profesores ni el propio sistema les ayuda a encontrar. Pondremos nuestras esperanzas en que aparezca un profesor que les oriente, que sea un buen tutor, y que sepa entenderles como nunca lo han hecho (además de que sean capaces de controlar sus propios problemas personales, como le ocurre a Hugo), para que en el día de mañana no seamos el resto de la sociedad los que paguemos las consecuencias de nuestra negligencia, al dejar a estos chicos que vayan por el mal camino.




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